martes, 5 de noviembre de 2013

DERRETIRÉ CON UN CERILLO LA NIEVE DE UN VOLCÁN De: LAGARTIJAS TIRADAS AL SOL

UNA MONOGRAFÍA PARA TRANQUILIZAR A LAS "BUENAS CONCIENCIAS"

Elenco:                                                                                                Francisco Barreiro, Luisa Pardo, Gabino Rodríguez.
Coordinación y Texto:                                                                      Luisa Pardo, Gabino Rodríguez
Asistente de Dirección :                                                                  Mariana Villegas
Asistentes generales:                                                                      Hoze Meléndez, Carlos López Tavera
Video:                                                                                                  Yulene Olaizola, Carlos Gamboa
Iluminación:                                                                                       Sergio López Vigueras
Investigación iconográfica:                                                             Josué Martínez
Utilería y arte:                                                                                   Úrsula Lascurain
Colaboración artística:                                                                    Fernando Álvarez Rebeil, Mauel Parra García
Radio, línea del tiempo/ árbol genealógico:                                 Juan Leduc
Artista invitado:                                                                                Felipe Luna
Imagen:                                                                                               Francisco Barreiro
Isadora:                                                                                               Carlos Gamboa
Asesoría técnica en video:                                                              Emiliano Leyva
Edición del Libro:                                                                             Interior 13
Realización escenográfica:                                                            Mauricio Maldonado, Agustín Padilla, Héctor Arrieta
Realización de vestuario:                                                                Yesenia Olvera, Patricia Sánchez
Drapería:                                                                                            Marco Álvarez
Producción Ejecutiva Teatro UNAM:                                             Andrea Poceros y Ricardo de León
Staff de producción:                                                                         Joel Olmos, Armando Ruíz, Luis Ramírez, Elmer Ramírez
Coproducción:                                                                                    Teatro UNAM, Kunstenfestivaldesart,
Festival de México en el Centro Histórico y
Compañía Lagartijas Tiradas al sol
Por: Antonio Mejía Ortiz

Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán, propuesta escénica de Lagartijas tiradas al sol, por un lado, usa la sátira política para hacer una revisión histórica del PRI, institución mexicana que a través de la imposición autoritaria disfrazada de democracia, ha determinado el rumbo de la ideología nacional, luego de la Revolución de 1910. Por otro lado, nos muestra la vida Natalia Valdés, activista del Magisterio desaparecida en misteriosas condiciones durante el año 2000, quién sufrió la violencia ejercida desde el Estado en sus diferentes mecanismos de control, que van desde el credo familiar hasta las totalitarias doctrinas burocráticas.

La puesta en escena intenta crear un efecto de distanciamiento que genere en el espectador una reflexión crítica acerca de su conciencia social y su identidad nacional. Se sirve de diferentes técnicas de convención escénica para generar sentido teatral, como la proyección en video de material histórico; el uso de frases y datos duros sobre la pantalla a manera de cuestionamientos retóricos; las formas de establecer contextos como las del Teatro campesino, con letreros, imágenes, máscaras o elementos de utilería que determinan los rasgos de carácter o la presencia misma de un personaje, logrando en la percepción del espectador una intensidad adecuada del ritmo escénico; la relación directa con el público, a través de narraciones, lecturas, explicaciones o discursos; hasta breves representaciones, incluso. Lo anterior en función de una estructura dramatúrgica geminada que se mueve libremente en el tiempo, los espacios y los contenidos psíquicos, emotivos e intelectuales, con el dinamismo de las construcciones postdramáticas, donde convención y ruptura se reúnen en un planteamiento escénico irradiante de asociaciones históricas de un cercano pasado político mexicano, que conduce al espectador de una evocación de la narrativa personal hacia una conciencia del devenir de la identidad nacional.

El planteamiento es interesante sin embargo su ejecución deja mucho qué desear, pues si bien están planteados o sugeridos los momentos escénicos, no son contundentes en la mayoría de los casos o simplemente no se concretan, ocasionando que hacia el final, el entramado de la historia de Natalia Valdés en lugar de conmovernos, se diluya en un tono melodramático deficientemente sostenido por Luisa Pardo. Asimismo, lo que comienza como una dramaturgia comprometida con la realidad social de un pueblo, se mantiene al margen, quedando así en mera relación de hechos, expuesta por un grupo de teatro que más allá de no tomar postura, no profundiza en los medios de formación e imposición de una ideología hegemónica. Lo mismo sucede con los aspectos fundamentales que determinan la curvatura destructiva en la psique de Natalia Valdés, los cuales, insinuados pero no apuntalados, se confunden y adquieren el mismo peso dramático que los apuntes narrativos de otros personajes, los cuales le dan cuerpo a  las circunstancias pero no a la dimensión humana del carácter.

A lo anterior se suma un convencional e ineficaz uso del escenario, recargado de decoraciones inútiles que no aportan nada al sentido de la propuesta ni a la atmósfera. Un diseño de iluminación repetitivo que pasa inadvertido porque se desentiende de los tonos emotivos desarrollados. Transiciones expuestas donde los actores deshabitan su instrumento, trazos sucios y posiciones que al no estar referidas a una imagen o concepto espacial, le dificultan al público una plena percepción del acontecimiento. Un diseño sonoro que, como lo anterior, se queda muy pequeño frente a lo llamativo de la proyección que se vuelve indispensable como elemento que va resolviéndolo casi todo. Aunque por el estilo de la propuesta escénica se comprende que no es intención de los actores representar, ni establecer una progresión dramática o una variedad de tonos, hay ciertos aspectos técnicos de presencia escénica, proyección de emociones e intenciones y de entrenamiento corporal que no pueden eludirse. Mientras Francisco Barreiro y Gabino Rodríguez, de alguna forma van sosteniendo su presencia escénica, Luisa Pardo se nota lejos de la disposición necesaria para llevar a cabo y de manera eficaz, la parte que le corresponde y es esencial para la evolución de la escenificación.


No quiere decir que sea una obra de teatro por completo desechable, más bien que requiere un tratamiento más complejo porque en este momento da la sensación de estar frente a un proceso y no presenciando un resultado. Con todo, tiene momentos interesantes e imágenes bellas que mantienen despierta la atención del público. También se puede rescatar las soluciones de las distintas imágenes escénicas a través de los mismos accesorios y que aun siendo ilustrativos en general, aportan expresividad al discurso y continuidad espacio-temporal. Es una obra con atractivas pretensiones pero incompleta en su realización. A pesar de sus buenas intenciones, no le hace justicia a la condición de vida de los mexicanos y sus necesidades críticas, ni a la memoria de Natalia Valdés. Dadas sus características discursivas y estilísticas, se siente fuera de lugar como un cerillo intentando derretir la nieve de un volcán. Termina por funcionar como un calmante para las buenas conciencias de la clase “culta” universitaria o una monografía lúdica, en lugar de ser un reclamo de dignidad que se relacione con las necesidades del grueso de una población engañada, traicionada, sumergida en la extenuante jornada de la ideologización histórica.