lunes, 23 de septiembre de 2019

Artículo en tres piezas (segunda parte)

I) La casa que arde de noche 👉 http://el-club-de-los-espiritus-sangrantes.blogspot.com/2019/09/la-casa-que-arde-de-noche-de-ricardo.html

II) Once Upon a Time in Hollywood


En su obra, todo artista, todo cineasta, refleja los aspectos culturales de su contexto histórico (social, cultural, filosófico, económico y todos los etcéteras que desee agregar) a través de su visión de mundo. Tanto así que muchos, muchos de los """cineastas"""" y teatreros actuales, especialmente en la Ciudad de México, reflejan la cultura aburguesada, sensiblera, de ong, políticamente correcta y mediocre de las ideologías de moda. Por su parte, El cine de autor se trata de cómo el contexto histórico sirve o es utilizado por el artista para expresar una visión de mundo. Se trata de la experiencia de lo universal entendida desde la reflexión de la propia intimidad.

El caso de Tarantino es particular porque refleja la síntesis que hace, desde su visión de
mundo, de la cultura estadounidense cuya naturaleza es, nos guste o no, sui generis; y, asimismo, nos guste o no, a pesar de la cercanía, de la relación históricamente inmediata e inevitable, culturalmente hablando, y de la hegemonía que ha ejercido en el mundo, los Estados Unidos representan para el mundo contemporáneo una manera de entender la realidad que influye en todos los aspectos culturales del mundo, aun cuando el mundo tiene qué ver mucho menos con ellos que con otras culturas que podrían parecernos exóticas, lejanas o, a caso, incomprensibles.

De allí, que el cine de autor de Tarantino, sin llegar a tener una obra maestra y sin alcanzar las alturas de los grandes maestros de la cinematografía mundial, resulta impactante, auténtico, significativo, como puede ser el reverso de la moneda que hace valer el american way of life, la cultura del fast food, el ready made y el show business.

A diferencia de otros cineastas de su liga, me da la impresión de que Tarantino hace películas como resultado de su búsqueda personal y no a la inversa. Tarantino se ha sumergido en una constante exploración a partir de su visión de mundo, del culto que rinde a aquello que le es significativo, de lo que se apropia, lo acultura y de su narrativa como estadounidense. Y esto, lo coloca más cerca de Jim Jarmush que de Robert Rodíguez, como generalmente se considera.

Es así que, desde mi perspectiva, Once upon a time in Hollywood sería la obra más personal, conclusión de una búsqueda y, al mismo tiempo, transición hacia otra etapa del Tarantinismo. En esta película queda de manifiesto el crisol de la cultura estadounidense que atraviesa varios niveles y no puede sino estar representado por todo lo que significa e implica Hollywood. Explicarlo puntualmente requeriría de una investigación detallada que pediría una amplitud mayor.

Por el momento, sólo diré que el sustento ideológico de Once upon a time in Hollywood es el mismo que el de U. S. A., como cultura: por una parte, el cimiento del american way of life, la cultura del fast food, el ready made y el show business; por otra parte, la visión moralina, patrioterista, despiadada y puritana de las 13 colonias; y, finalmente, la visión de ese otro estadounidense representado por la filosofía objetivista de Ayn Rand cuya esencia radica en la comprensión de los derechos recogidos en la Constitución de los Estados Unidos de América, pero desde la visión de la virtud del egoísmo: vida, libertad y la búsqueda de la felicidad: 1) Vida. Derecho a no sufrir daño corporal por parte de otras personas; 2) Propiedad. Extensión del derecho a la vida, ya que sin propiedad es imposible vivir. Además, la propiedad legítimamente adquirida es una extensión de la propia vida, ya que uno debe dedicarse a adquirirla. Al expropiar o robar a alguien se está, literalmente, robándole parte de su vida; 3) Búsqueda de la felicidad. El objetivismo defiende que cada individuo ha de ser libre para hacer con su tiempo lo que desee, aunque sea perjudicial para su cuerpo o su espíritu, siempre que no viole los derechos de los demás. Coherentemente, el objetivismo defiende el derecho entre adultos a comerciar y consumir libremente drogas o pornografía, ya que «la libertad incluye también la libertad de hacer cosas erróneas»[1]. Y, una más, 4) el legítimo derecho de ejercer violencia frente a una agresión irracional, idea que se encuentra en el inconsciente colectivo del estadounidense y que define, para bien y para mal, sus relaciones para con lo(s) otro(s). 

Lo anterior se puede ver personificado en la naturaleza de los personajes (pero también de los actores mismos) de Leonardo Di Caprio y en menor medida por la ternura, ingenuidad y belleza de Margot Robbie; la segunda, por la familia Manson y en sentido anverso, es decir positivo, Brad Pitt y su personaje; la tercera, sería el objetivismo personificado en toda su virtud, por los aspectos bellos de Di Caprio, Brad Pitt, Margot Robbie y, por su puesto, la cuarta representada por el alter ego de Cliff Booth, la talentosa y carismática pitbull: Brandy. Obsérvese que, en este caso, hago mención de los actores para referirme también a los aspectos de carácter de sus personajes porque, según me parece, éste es uno de los juegos: el del Director eligiendo su casting.

Nos encontramos, pues, frente a la película más cercana a lo que Tarantino es y no solamente frente a su estilo de hacer cine. En esta ocasión, ese jugar con la Historia pasa de ser un intensificador argumentativo y distensor emotivo, para convertirse en una herramienta que expresa la sublimación de un búsqueda más personal y menos técnica. 
Once upon a time in Hollywood es, a mi parecer, un preámbulo que da aviso de otro Tarantino, uno distinto al que hemos visto hasta ahora, pero no diferente en cuanto a su sello particular, que ya es marca registrada.

Es muy probable que él no tuviera en mente lo arriba explicado, que no formara parte de su intención al momento de elaborar el guión, sin embargo, una vez parida, la obra misma del artista llama a sus propios referentes y se hace de sus propios sentidos. Por otra parte, la intención de hacer notar lo que vi en pantalla es únicamente para explicar que un creador no sólo debe estar atravesado por una idea (que en México, a veces ni a eso llegan, se quedan en ocurrencias) y que el valor de una obra no radica en una idea, sino en todo el entramado de referentes culturales, históricos, sociales,  conceptuales, etc., que pueden verse y estudiarse objetivamente tanto en la obra como tal, como en la mente del artista, a partir del modo en que estructura cada elemento.

De allí que el cine Hollywoodense sea, con todo lo desechable que puede llegar a ser, por mucho más interesante, mejor elaborado y sobre todo artístico, en comparación con el cine mexicano actual, incluso aquel que aprovechándose de su estatus de buen salvaje, se regodea en su aparentemente alta conciencia social.

Para finalizar, diré que Tarantino logra algo muy interesante en esta película pero que siendo parte del desmadejamiento de su particularidad como artista y como individuo, no podría nunca tener la popularidad de otros trabajos que contienen aspectos más universales o tópicos generalizados o hasta lugares comunes.


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