lunes, 28 de noviembre de 2016

ENTRE LOS "TREPAS" Y LOS OLVIDADOS

Un día encuentro que la Fundación para las Letras Mexicanas anuncia orgullosamente que Olivia Teroba, parte de su comunidad en el área de narrativa, obtuvo el primer lugar en el Concurso Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés 2016, por su cuento Una maleta vacía. La curiosidad me lleva a leer el cuento en: http://www.estepais.com/articulo.php?id=525&t=una-maleta-vacia

El mismo día, leo un artículo acerca de Ricardo Piglia donde dice: “La enfermedad me ha hecho descubrir la experiencia de la injusticia absoluta. ¿Por qué a mí?, se pregunta uno, y cualquier respuesta es ridícula. La injusticia en estado puro nos hace rebelarnos y persistir en la lucha” (http://www.clarin.com/cultura/Ricardo-Piglia-leccion-maestro-tribu_0_1693030681.html).


Esto me devuelve a Modesto desahogo de Tomás Segovia, que Olivia Teroba consigna en su texto como una de sus referencias (porque, según ella, ha leído mucho por voluntad, herencia y destino). Y esta aparente conexión literaria, donde la autora se monta en palabras de gente grande para darle crédito a sus ideas pueriles, me recuerda una entrevista a Roberto Bolaño quien decía que había un grupo de escritores "jóvenes" que hacían su carrera a través de actitudes mercenarias, cortesanas y de pequeños grupos que se elogiaban unos a otros, sin el menos resquicio de vergüenza o crítica honesta. Él los llamaba: trepas (por trepadores).

También, decía que había Escritores que, en su momento, nadie tomó en cuenta y que fueron aborrecidos por motivos artísticos y/o meramente sociales; que muchos de estos habían muerto abandonados, en miseria, sin un mínimo asomo de reconocimiento. Bolaño decía que tan sólo las muertes de estos Escritores ya era un triunfo absoluto sobre esa literatura maquilada por los "trepas".

El cuento Una maleta vacía hace honor a su título, es un egomaniaco autoelogio lleno de clichés de aspirante a literato, de frases cursis, sensibleras e idealizadas y con expresiones u oraciones que, si leíste a los autores que ella enlista, sabes que denotan una grandilocuencia hecha de falsa humildad; esta desafortunada memoria-crónica hecha de solemnes lugares comunes, gana un premio Latoniaméricano. Quizá la menos señalada en este comentario sea la autora, pero así el estado de la literatura, del arte y de los artistas generados en las escuelas de escritores.

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